Con apenas unas horas de tiempo después de aterrizar empecé a hacerme a la idea de que realmente acabábamos de viajar a un mundo totalmente diferente, muy lejos de casa. Un mundo lleno de incertidumbre y sueños por cumplir. Viajábamos en la furgoneta de las hermanas (como la que siempre hemos soñado para Alpargate, con el logo en el lateral para ir presumiendo de asociación), había mucha humedad y a través de las ventanas podíamos ver la  “típica” escena de África; casitas de adobe, niños jugando al balón o transportando agua en un recipiente que fuera acorde a su tamaño y fuerza, madres haciendo la comida en un fuego delante de su casa mientras cargaban con sus pequeños dormidos en la espalda… Tenía los ojos llenos  de lágrimas; ¿miedo o ilusión?

Carmen, Gonzalo, Noe y Rafa. En definitiva, 4 blancos en Obout. Probablemente uno de los sitios más bonitos y más duros que tendrán mis recuerdos. Así que, creo que las lágrimas que comentaba al principio, eran una mezcla de emoción que preveían un aluvión de experiencias nuevas. Qué sí, ¡qué la salida de la zona de confort te hace más fuerte pero cuesta y no poco!

Las actividades principales de las hermanas en este pueblo son un colegio, un internado y un centro médico. No sé si te puedes hacer una idea pero es… un montón de curro!

Cuando llegamos a la comunidad había un grupo de 7 novicias cantando (en lingala) y dándonos la bienvenida con unas sonrisas impresionantes (tienen un poco de ventaja porque las sonrisas con piel negra son mucho más bonitas). Esas chicas para mí han sido un soplo de aire fresco y lo más cercano que hemos tenido a Alpargate durante nuestra estancia en Obout. Con ellas empezamos una actividad llamada “Africate”, creo que la mezcla del nombre sabrás de donde viene ¿no?

1 día a la semana, durante 1 hora y media nos juntábamos para trabajar valores a través del juego y del ocio ¡Ya tú sabes! Es impresionante cómo llegamos a conectar con los otros a través del juego. Sobre todo, cuando la comunicación no era muy fluida. Lo de comprender y hablar francés llegó un poco más tarde. Meses más tarde.

He estado muchos años defendiendo lo que aportaban las dinámicas y los juegos en nuestro crecimiento pero ahora lo tengo más claro que nunca, porque te ayuda a crecer y a ver al que está a tu lado (si lo quieres ver claro). Además te enfada y te frustra pero bueno, no está de más ver hasta dónde eres capaz de llegar y también, cuándo es necesario pararse y cambiar el rumbo.

Probablemente, no nos volvamos a ver. Y sin embargo, hemos tenido la suerte de coincidir en ese pedacito de tierra, de cuidarnos y de llegar a querernos. Creo que eso pasa a veces con los voluntarios de Alpargate, llegamos, jugamos, regalamos nuestro tiempo, intentamos dar lo mejor de nosotros, formamos parte del crecimiento de otros y esos otros del nuestro hasta que, por ciclos naturales, nos dividimos. Pero nos separamos sabiendo que serán y seremos parte de la historia del otro. Así que, gracias a las novicias (a Célida más, por la oportunidad de dejarnos hacer Africate y querernos tanto) y gracias a todos los voluntarios que han pasado por Alpargate, que crean su historia tocando a otros y me siguen regalando tanta vida.